Capacidad solidaria saharaui. Diario de Noticias de Navarra
La directora del centro de El Aaiún, Makfula Hamadi, ayuda a cortar una tortilla a dos niños.
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NUEVE de los 126 niños y niñas saharauis que visitan Navarra hasta el 20 de agosto presentan alguna discapacidad. La Asociación Navarra de Amigos del Sáhara (ANAS) es la encargada de traer a estos menores dentro del proyecto Vacaciones en paz. Su secretaria, Carol García Pellejeros, explica que "la acogida en Navarra se hace en centros, en vez de en familias, pero hacen las mismas actividades".
El Centro ocupacional El Molino acogió ayer la visita de cuatro de los nueve menores saharauis con discapacidades, aquellos que residen en Berriozar, acompañados de Makfula Hamadi, directora del centro de El Aaiún, y de la secretaria de ANAS. En el centro les esperaban una veintena de chicos y chicas, que habitualmente realizan actividades allí. Los cuatro saharauis, Mabayu, de 8 años, Halifa, de 13, Fatimatu y Salek, de 14, enseguida quisieron hacer amigos como Iosu Pitillas o Jon Ortega, que junto al resto de chicos los recibieron con los brazos abiertos. Como señaló Xavier Sueskun Muzas, monitor del Centro El Molino, "aunque parezca que sus capacidades son menores para algunas cosas, para la solidaridad han demostrado tener una capacidad mucho mayor". Por eso a esta iniciativa le han llamadoCapacidad Solidaria. El objetivo de la visita era principalmente "compartir experiencias y aprender que con pocos medios pero muchas ganas se puede conseguir mucho", así se refería Sueskun a todo lo que pueden enseñarnos estos niños a pesar de las dificultades que tienen que afrontar cada día.
La realidad que se vive en el Estado con respecto a las personas discapacitadas es muy diferente a la del Sáhara. Allí, según indica García Pellejeros, la mentalidad es muy diferente, estos "niños suelen ser olvidados y su integración es muy complicada", aunque "poco a poco se está empezando a conseguir que se les tenga en cuenta". Esto es un problema añadido a los que ya sufre el pueblo saharaui, ya que "todavía les cuesta entender que son niños que se pueden integrar", añadió García Pellejeros.
Pero las diferencias no terminan ahí, la profesionalización de las personas que ayudan a estos niños es inferior y casi siempre son voluntarios. Mientras que centros como El Molino tienen un personal especializado y profesional, en el Sáhara son únicamente voluntarios. La secretaria de ANAS lamenta que estos voluntarios a pesar de su esfuerzo "no cobran más de 30 euros al trimestre y tienen que vivir de la ayuda humanitaria como casi todo el mundo allí". Además, "son personas sin estudios, que no pueden salir a formarse fuera", ya que a pesar de ser saharauis viven "bajo en poder de Argelia, cuyo Gobierno se niega a darles los papeles necesarios", concluye García Pellejeros. En este sentido, Sueskun considera que "sería una buena idea que universidades de nuestra comunidad se dedicaran a formar personas que luego pudieran ayudar en el Sáhara, como forma de cooperación".
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